viernes, 13 de noviembre de 2015

Milpieles


Sentaros pues, cerquita los unos de los otros y con las orejas bien abiertas, porque la historia que os voy a contar es la historia que un día tiró el sinsentido del corazón del hombre y desde entonces se cuenta en las más nobles veladas como un recuerdo que aún es capaz de aliviar nuestro desconsuelo.

Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, tal como ayer o hace miles de años, tal como en un reino olvidado o aquí tan cerca como vuestro propio pecho; había una vez un rey y una reina, ambos felices en un reino feliz. Tuvieron una hija, a la que amaron y educaron como sólo los reyes saben hacerlo. Y la joven princesa creció con la frente bien alta, el corazón abierto y las manos llenas. Hasta que a los veintiún años su padre, el rey, le hizo una extraña petición:
Cuando seas reina tendrás que juzgar a otros hombres, decidirás la ruina de unos y la prosperidad de otros, mandarás hombres a la guerra y por tu reino muchos morirán. Como tendrás que sentenciar a muerte a algunos hombres, tú misma tendrás que ser capaz de matar. Es la mejor forma de que sepas el valor de la vida, es lo que hizo conmigo tu abuelo, el rey sabio.

La princesa quería ocuparse de su reino pero no quería matar a nadie. Pensó que si ganaba tiempo el rey podía olvidarse del tema. Así que pidió a su padre que si quería que matase a alguien tendría que ser con una espada mágica capaz de ser escondida en una nuez. Una espada que tendría un filo dorado como el sol, otro plateado como la luna y una empuñadura tan brillante como las estrellas.

El rey demoró tres años, pero al fin consiguió la espada. Cuando se la dio, además le entregó con ella un traje hecho con toda clase de pieles, y le dijo:
Para que recuerdes el valor de la vida y a cuantos la dieron por ti, te entrego este traje hecho con la piel de todos los animales que crecieron en tu reino.

Aquella noche la princesa no pudo dormir, no quería ser una princesa sin principios. A un lado de la cama tenía la espada y al otro el traje de las mil pieles. Su bendición y su carga. Pero no soportaría verse como una asesina por muy justa que fuese la sentencia, por muy querido que fuese su reino.
Esa madrugada la princesa huyó del reino vistiendo el traje de las mil pieles y la espada dentro de la nuez. Llevaba consigo sus recuerdos y sus sueños, aunque dejaba atrás su familia y su herencia.

Tras la huida del reino de su infancia, Milpieles sintió que la estaban siguiendo. Quién lo hacía era bueno, muy bueno, porque no dejaba huellas, ni hacía ruido. Milpieles intentó emboscarlo pero no pudo. Hasta que una noche, cuando ya pensaba que nadie podría estar siguiéndola todavía, encendió un fuego. Allí, tras la austera cena de raíces encontradas por el camino y con la fatiga entornándole los ojos, se encontró frente a frente con el león que guardaba el escudo del reino del padre. Frente a ella unos ojos rojos la miraban con voracidad. Tenía ante sí todos los sueños que había construido durante la infancia, todas las expectativas de ser la mejor de las monarcas. Todas las ideas que tenía sobre sí misma se abalanzaron sobre ella para devorarla y ponerla de vuelta a casa.
Milpieles sintió un mordisco desde dentro. Sintió que estaba siendo envenenada por la duda y durante unos instantes vaciló. Para cuando supo que tenía que ser fiel a sus propias decisiones, ya tenía la espada en la mano y al león atravesado por la boca. Ya no volvería a mirar para atrás. Y frente a ella, en el lugar que ocupó la antigua insignia del reino abandonado, ahora, había una pequeña luciérnaga que revoloteó y se escondió en su capa de las mil pieles.

Caminó por mucho tiempo y poco a poco aprendió a confiar en aquella luciérnaga que parecía ir siempre un paso por delante de sus pensamientos. Atravesaba un bosque cuando sintió una jauría tras ella. Los cazadores estaban al acecho y Milpieles no pudo más que esconderse en un árbol seco.
Los perros la encontraron pero los cazadores no dispararon. El príncipe de aquel reino, que iba entre ellos, curioso frente a aquel ser extraño, detuvo la cacería.
No me matéis. dijo Milpieles haré lo que mandéis.
El príncipe vio los ojos de una joven sucia y se apiadó de ella.
Entonces vendrás con nosotros al palacio. y mandó que la llevaran a trabajar a la cocina.

Para vivir le dieron un cuarto sin ventanas bajo las escaleras del palacio. A pesar de ser una princesa, aprendió a trabajar duro; y en la cocina, a pesar de su extraño atuendo, se hizo respetar por su capacidad de aprender y su cuidado por las cosas que hacía.

Una noche, como cada noche, Milpieles estaba en su cuartucho limpiando su espada que ahora usaba como cuchillo, ya que podía adquirir el tamaño que fuera necesario. Mientras quitaba la piel de una manzana se dio cuenta que, frente al radiante dorado y plateado de su cuchillo mágico, la manzana no tenía color. Entonces comenzó a observar que las cosas estaban perdiendo color. Fue a partir de estas pesquisas, que comenzó a reparar en el príncipe. Lo veía por los jardines, vagando solo, en días de lluvia.
Milpieles podía sentir su dolor como si fuera propio. ¿Acaso ella no era un princesa a la búsqueda de algo que desconocía? ¿No había vagado tanto tiempo esperando encontrar un reino que la acogiese? ¿Acaso no estaba mejor desde que encontró aquel reino de fogones y cocineros? Quería decírselo al príncipe, pero con aquel atuendo de pieles con el que cargaba, no podía comunicarse con el futuro rey.

Una noche soñó que le cortaba la sombra de tristeza que cargaba el príncipe. Ese mismo día mientras el príncipe paseaba por los jardines al atardecer, Milpieles se escondió tras un rosal y cuando hubo pasado por su lado el príncipe, Milpieles cortó su sombra con el filo plateado de espada. El príncipe se giró al instante y vio a aquella bestia peluda esconderse justo antes de desplomarse desmayado.

En los días siguientes no consiguió ver al príncipe. Nadie paseaba por los jardines y nadie hablaba de él. Era como si hubiera desaparecido, o más aún, como si nunca hubiera existido.
Un día Milpieles se durmió pensando en él y a la mañana siguiente se despertó pensando en él. Supo entonces que se había enamorado. Como no podía expresar lo que sentía, ponía toda su pasión en la cocina pensando que cocinaba para él. Y como usaba el filo dorado de su cuchillo mágico cortaba todos los ingredientes separando lo que era perjudicial de lo que era beneficioso. De esta manera, los platos que hacía estaban tan llenos de vida y eran tan exquisitos, que pronto se ganó buena reputación en la cocina. Era como si el color estuviera volviendo a aquella cocina. Pero Milpieles sólo cocinaba para los cocineros y no había forma de llegar al paladar del príncipe.
Hasta que un día, sin saber muy bien cómo, se vio siguiendo su luciérnaga por medio de un corredor. Parecía estar en trance, como poseída por un sueño, hasta que le salió al paso un sirviente del príncipe:
Esta es la cena? Mi señor está esperando.
Aquel hombre le arrebató el plato de las manos y la dejó perpleja en medio de un corredor que nunca había pisado.

Al día siguiente, dos guardias la fueron a buscar a su cuarto. La llevaron frente al príncipe. A Milpieles le sorprendió la buena cara que tenía. Era como si hubiera recobrado el color.
¿Qué me has hecho? ¿Qué llevaba la cena de anoche? Nunca comí algo tan bueno. Dijo el príncipe.
Sólo quería ayudar. Cociné con amor. dijo Milpieles.
Me han dicho que se debe a una espada que no dejas tocar a nadie. ¿Es que eres una bruja?
Una vez yo también estuve triste. Comenzó a narrar Milpieles. Ya no cabía en mi reino y tuve que cortar mi sombra, mi pasado. Después de mucho huir llegué aquí. Tú me encontraste y me mandaste trabajar en la cocina. Allí encontré mi lugar. Encontré mi tarea y resultó que tenía buenas herramientas para cumplirla. Mi espada, la espada que un rey mandó buscar para mí.
¿Dónde tienes esa espada?
Cuando te vi tan triste en tus jardines, quise compartir mi felicidad contigo y mi espada me ayudó. Eso hice. Sólo quise ayudar.
Entonces dame tu espada y veré si es verdad lo que dices.


Milpieles sacó la espada de dentro de la nuez y se la entregó al príncipe. Arrodillada entregaba su espada ofreciendo la empuñadura de diamantes tan brillantes como las estrellas. El príncipe se quedó sin palabras mientras miraba a la princesa por primera vez. Su traje de pieles se había caído y la princesa se presentaba ante el príncipe más bonita de lo que fue nunca, pues ahora su belleza era un reino que ella misma había conquistado.
El príncipe sintió en aquel preciso instante que el final de su viaje había terminado, que aquella bella joven era lo que él y el reino habían estado esperando. Y el beso llegó, como llegan los finales felices después de los viajes logrados. Y así fue cómo la princesa y el príncipe fueron reyes de un reino tan cercano como olvidado.

No hace mucho volví a oír esta historia y quién la contó en aquella ocasión dijo que las campanas de boda de aquellos felices reyes aún pueden oírse en el pecho de dos verdaderos amantes que se reconocen al cumplir su camino.


Sobre mi dificultad para adaptar este cuento.
Para ser sincero no me gustó la propuesta. Quién soy yo para modificar algo que es mucho más elevado que cualquiera de mis pensamientos. Algo que apenas sé cómo funciona (referentes de los símbolos) y que no conozco las profundidades del alma a las que va dirigido. ¿Cómo iba yo a tocar algo hermoso y tan misterioso como un cuento de hadas?

Por otro lado, me he dado cuenta de la importancia de conocer la profundidad del cuento que vamos a contar, aunque los alumnos se queden sólo con la imagen, cuando el profesor sabe lo que representa, a ellos les llega el alimento correcto. (Steiner, 1908)

Sobre esta adaptación.
El cuento será para alumnos de tercer ciclo (11, 12 años). Por ello, mi adaptación es bastante extensa y repleta de un vocabulario amplio. Además he creído que los conflictos que se muestran en el cuento son más para esa edad, por no decir que son para la adolescencia. Pero creo que hay que poner las bases para las vivencias que se van a vivir después.

He intentado conservar la atmósfera de los cuentos de hadas y respetar la estructura al máximo. Sobretodo, he intentado mostrar que se trataba de un cuento de iniciación. (Cooper, 1983)

El cambio más importante ha sido actualizar el motivo por el que la protagonista se va del reino de la infancia. Entiendo que se pretendiera dar unas exigencias tan antinaturales que la princesa no pudiera menos que desaprobar. Pero creo que y la posibilidad de que la hija se case con el padre mete al niño en un imaginario que no es necesario y puede confundir. Para buscar nuevos motivos, me he inspirado en Hamlet, ya que es el primer relato que habla del alma consciente (Dixon, 2015). Creo que el tema de debilitar la sangre no es tan importante ahora, como la adquisición de un conciencia individual más allá de los patrones adquiridos. La princesa no quiere matar a pesar de ser lo que debe hacer y lo que le pide su sangre. Ella va a crear sus propios principios. De ahí que sea una princesa.

Este es el cambio fundamental, aunque también he quitado la imagen de los vestidos para no incidir tanto en la idea de las apariencias. En sustitución he puesto una espada, normalmente usada para matar pero que nuestra princesa encontrará la forma de usarla para curar y distinguir con ella lo que es bueno de lo malo. El regalo no es algo acabado como un vestido que te lo pones y ya está, sino algo que va a tener que aprender a utilizar. Este cambio casi me lleva al relato inspirado más que a la adaptación, pero creo que he conseguido conservar la función de los vestidos dentro de la trama.

También quise quitar los objetos que la princesa dejaba en la sopa del príncipe, ya que los valores que simbolizan (fe, feminidad y riqueza) son obsoletos en este momento y creo que el cuento debe tender a universalizar. El cuento no habla de una época determinada del hombre sino de la esencia misma de lo humano. (Steiner, 1908)

Por último, también añadí algunas imágenes que tan sólo se esbozan en el cuento original. Esto es, la figura de un pasado que nos persigue (insignia del escudo del padre) y la de un futuro que nos guía (luciérnaga).

Con todo, al final ha sido una bonita forma de interiorizar un gran cuento. 


Bibliografía.

Apuntes de la asignatura.

Steiner, R. (1984) La sabiduría de los cuentos de hadas. Conferencias dadas en Berlin, 1908/1913. España: Editorial Rudolf Steiner

Cooper, J.C. (1983) Cuentos de hadas, alegorías de los mundos internos. (Trad. Xóchitl Huasi). España: Editorial Sirio (Original en inglés)

Dixon, G. (Comunicación personal, 20 de octubre, 2015)




sábado, 24 de octubre de 2015

Dónde viven los monstruos

¿Es un texto apropiado para mis alumnos?
¿Quién no encuentra todavía refugio en este libro, a pesar de que ya hacen 50 años de su creación? Aunque ya no inventes lugares para guarecerte del frío, aunque ya no juegues, aunque tu mirada haya envejecido. ¿Quién no se deja llevar a menudo, a ese lugar dónde viven los monstruos?

Supe del libro a través de la película. En aquella época, ya oí que este cuento había abierto nuevas rutas en la recreación de la psicología infantil por que se había atrevido a hablar de la violencia del niño. Pero en aquel momento ni lo busqué, ni cayó en mis manos. Seis años después, entre los libros de Alice (hija de mi actual pareja), por fin encontré aquel cuento de aquella inusual película. Onde vivem os monstros fue devorado entonces con la avidez del sorprendido; con el placer del que encuentra en cada página un mundo entrelíneas, un inmenso paisaje de subtexto. Pero ahí quedó, dónde quedan las cosas que un día te tocaron pero nunca más volvieron, salvo en pequeñas evocaciones o reflexiones… Hasta que pocos días después, una profesora me propuso el análisis de un texto literario infantil. ¡Fantástica oportunidad para reencontrarnos! Where the wild things are, iba a ser ahora mi residencia, mi laboratorio, mi refugio. Pero… ¿sería un buen lugar para ser habitado en la infancia? ¿y para qué edad?

Esta gran obra será bien recibida por niños de 6 y 7 años. Pero será disfrutada durante toda la vida, porque como obra de arte que es, sus significados se amplían según nosotros vamos creciendo.

Muchos padres creyeron que este libro-álbum era demasiado impactante para sus hijos y el autor (Maurice Sendak) recibió numerosas críticas por ello. A éstas, él respondía: 
Los niños, me consta, desgastan los ejemplares en las bibliotecas y los releen constantemente en sus casas. Algunos me han enviado dibujos de sus propios monstruos, que hacen de los míos ositos de peluche. Todavía no he tenido noticia de ningún niño al que le haya asustado el libro."

Y luego agrega en relación con los adultos que cuestionaban su obra: 
"Son personas que tienden a sentimentalizar la infancia, a ser sobreprotectores y a pensar que los libros para niños han de amoldar y conformar la mente a los modelos aceptados de comportamiento, logrando niños sanos, virtuosos, sabios y felices."  


Sobre el autor, Maurice Sendak. 
Fue uno de los principales creadores de literatura infantil del siglo XX. Escritor e ilustrador, controvertido y original, sus personalísimas propuestas le dotaron de numerosos premios y menciones. También hizo incursiones en teatro y televisión.
Sendak habla así de profesión y su arte: 
El libro ilustrado es mi campo de batalla. Es donde yo me expreso. Es donde yo consolido mis poderes y los uno en lo que, espero, es una forma legítima y viable, significativa para otros y no solo para mí. (…) Yo vivo dentro del libro ilustrado: es ahí donde libro mis batallas y donde espero ganar mis guerras.”


Ficha bibliográfica

Título: Onde vivem os monstros.
Título original: Where the wild things are.
Autor e Ilustrador: Maurice Sendak.
Editorial: Kalandraka.
Fecha 1ª Edición: 1963.

Análisis de Formato.

Lo primero, decir que tenemos entre las manos un libro-álbum, de encuadernación rígida, que resulta manejable para esta edad. No llega a ser un A4, tendiendo más hacia la página cuadrada. 

En cuanto a la portada, yo diría que es atrayente, pero no por el uso del color que es contenido y poco saturado, o por la composición de la imagen que es bastante clásica, sino por el tema: figura de un monstruo dormido y un barco llegando a la ribera. Creo que la portada puede invitar a soñar con grandes historias de viajes a lo desconocido. Elemento maravilloso, muy atrayente para estas edades.

Fue interesante descubrir como el autor usa la relación de las ilustraciones con el texto y el propio formato de la página para hacer entrar al lector en el imaginario del libro. Primero las ilustraciones son pequeñas y el texto está en la página izquierda, y poco a poco las imágenes van creciendo hasta ocupar las dos páginas y dejar fuera el texto. 
Por otro lado, podemos observar que el texto y la ilustración nunca están integrados, por ello se ve que es un libro-álbum antiguo. La tendencia actual es incorporar el texto dentro de la composición de la imagen.

Las ilustraciones están muy trabajadas. El autor se recrea más en el dibujo que en el color y de esta forma consigue crear texturas y volúmenes a través de sus líneas. Las caras de Max son muy expresivas. No hay ni una igual a otra, en cada momento Max está viviendo algo nuevo. 
El uso de color es bastante sobrio, es decir, el color es poco saturado y siempre se mueve dentro de los mismos acordes cromáticos. Creo que es un acierto el uso de colores cálidos para acoger al lector, ya que en ciertas situaciones Max nos hace sentir un poco incómodos, y así Sendak lo compensa.

Como las ilustraciones pueden servir a los lectores para verificar su comprensión de la lectura, ya que recrean lo que pone en el texto, podría decir que son apropiadas para la edad escogida: 6 o 7 años.

Sobre la tipografía elegida, diré que es claro y que el espacio entre cada letra es amplio y con ello idóneo para esta edad. También resaltar que es un libro que nos permite leerlo de una sentada.

Análisis del Contenido.

Tema Principal
  • La fantasía puede ser un laboratorio dónde resolver problemas reales.
Este tema es el núcleo central del subestadio del pensamiento intuitivo, dentro de la etapa preoperacional, según la teoría de Piaget. Es decir, este periodo es caracterizado porque el niño interioriza las percepciones de los sentidos como algo verdadero. Así la madre de Max lo llama monstruo y el tiene que vivir todo un proceso interior sobre su identificación con los monstruos.

Tampoco quiero dejar escapar la oportunidad de hacer patente la dificultad que he tenido, y aún tengo, en sintetizar un tema principal. Creo que como obra literaria que es, Dónde viven los monstruos recrea varios principios universales y no explicita un mensaje unilateral, de ahí mi dificultad y mi consuelo.

Temas Secundarios
  • Si me enfrento a mis monstruos, al final puedo ser su rey y así conseguir el autocontrol necesario.
  • Por muy salvaje que sea mi imaginación, siempre puedo volver al cálido hogar ordenado.
  • No hay prisión ni castigo para la imaginación. Allí todo es posibilidad y experiencia.

Con todo, podemos decir que Dónde viven los monstruos realza el concepto de individuo frente al orden establecido. Y que también hace un recorrido por los temores personales de Max, con lo que, se trabajan algunos de los intereses de esta franja de edad.

La estructura también responde a la edad escogida pues la acción transcurre sin elipsis ni saltos temporales (hay una dilatación en el tiempo pero es explicada de forma clara y usada para marcar el paso de una realidad a otra). La narración va de pasaje en pasaje sin interrupciones, como un cuento o una fábula. Literatura recomendada para estas edades.

Para entender a nuestro protagonista lo mejor es verle en acción. Quiero tratar de describir lo que podrían ir recogiendo de Max nuestros pequeños lectores.
En primer lugar, Max es un niño ingenioso y divertido. Sabe hacer cabañas con sábanas, disfrazarse de lobo y dibujar lindos monstruos. Además, qué niño con perro no ha corrido tras él por la casa usando un arma inventada, ya sea una percha o un tenedor. De niño, a estas alturas del relato ya querría ser amigo de Max, aunque tenga cara de enfadado. 
Después llega la madre “cortarrollos” y lo insulta. ¡Lo llama Monstruo! Pero Max es tan querido que, esquivando el dardo de la madre, la quiere incluir en su juego: “¡Te voy a comer! “ Pero no, no funciona. Y es castigado “a la cama sin cenar”. 
¿Quién no es capaz de entender la injusticia que está sufriendo Max? Cualquier niño sabe por lo que está pasando Max (identificación). Pero en la siguiente página Max vuelve a revelarse como el héroe que es, pues no hay prisión que pueda encerrar su imaginación. Y con todo su poder, Max va a convertir su cuarto en un bosque que atravesará para encontrar el océano, dónde navegará durante días y noches en un barco hecho sólo para él.
Hasta llegar al lugar dónde viven los monstruos. Un pasaje que debe dar algo de miedo al niño. Pues el autor se recrea en detallar las garras y dientes de sus quiméricos monstruos. Es más, los mismos monstruos pretenden espantar a Max con todo lo terribles que son capaces de mostrarse. Pero a Max no. Max tiene un truco mágico y los manda callar a todos. ¡Ellos le temen a él!. Max es el rey de los monstruos.
Así hacen una fiesta, celebrando la llegada del nuevo rey. Y nuestros pequeños lectores pueden comprobar que aquellos que daban un poco de miedo resultaron ser simpáticos y divertidos. Todos juntos aúllan a la luna, trepan por los árboles y enaltecen a Max. El autor dedica tres grandes cuadros a la fiesta. Es un gran climax emocional.
Aunque, tras la euforia, todos descansan menos Max. Parece nostálgico, se siente sólo y “desea estar dónde alguien sólo tenga ojos para él”. Entonces un olor “a cosas buenas” le hace querer dejar de ser el rey de los monstruos. Ellos no se lo toman bien, incluso le quieren comer, pero no tienen ya poder sobre él. Así que se va con su barco cruzando el océano, y tras un año recorrido en un instante, volvió a la noche de su cuarto dónde le espera su cena que todavía está caliente.
De esta forma, creo que a nuestros impresionados lectores, después de tantas catárticas aunque excitantes aventuras, les queda la vivencia de que al final siempre se regresa al hogar. 
Vivir esto es un regalo, un recurso psicológico para cuando lleguen los días extraños e incómodos. Que llegarán, sobretodo a partir de la pre-pubertad, con la llamada crisis del Rubicon. Con lo cual, este gran libro se presenta como preventivo para los conflictos propios de edades posteriores (a partir de los nueve).

Los otros personajes son: la madre, quién parece encarnar el arquetipo del guardián del orden, y al mismo tiempo, la proveedora del sustento. Y en el otro extremo están los monstruos quienes parecen ser temibles pero que al final pueden ser domesticados. Ellos parecen representar la batalla interior que Max tiene que afrontar. Un choque de fuerzas salvajes en la psique infantil. Lo no aceptado, lo no ordenado, lo no resuelto dentro Max.
Sin duda este rol de la madre es bien conocido por el niño de esta edad. También es apropiado ayudar a afrontar los temores que aparecen en esta edad, y estos son representados por los monstruos. Al mismo tiempo Max ejemplifica el desarrollo de la identidad individual y muestra cómo la vida imaginativa ayuda a entender lo real. Ambas cuestiones son temas centrales en el subestadio del pensamiento intuitivo.

Con este paisaje podemos ver como nuestro representante (Max) está entre dos valores o fuerzas que lo impelen reconciliarse con la realidad civilizada y sus fuerzas indómitas (“cuando se viste el disfraz de lobo”). Pero Max tiene el poder de dominar sus propios monstruos.
Por un lado, está el saber-estar frente a la violencia y la desmedida. El lobo o el perro. Por otro lado tenemos el afán de viajar y el poder de la vuelta a casa. O incluso la obediencia colectiva frente a la soledad del que reina. 
A este respecto no tengo muy claro hasta que punto nuestros alumnos podrían razonar con sus propios medios sobre estos valores. Pero estoy convencido de que tendrían mucho que decir sobre cada personaje y me encantaría escuchar sus razonamientos.

El lenguaje que emplea Sendak es inspirador porque a pesar de usar algunas construcciones gramaticales difíciles (subordinadas) y frases muy largas para esta edad, consigue ser claro y directo. Para ello hace uso de la maquetación. Con ella va dividiendo la oración por núcleos de significado que son recreados con las ilustraciones. Usa diálogos sencillos y rotundos. Construye repeticiones para recalcar una idea y conferir ritmo al texto. Además, todo el vocabulario empleado resultará conocido para nuestros alumnos de 6 y 7 años. 

Si no ha quedado claro y no es suficiente, que entre manos tenemos una Obra Artística con mayúsculas, más que apropiada para la edad escogida, como conclusión sólo me queda decir, que para mí, profundizar en este libro ha sido una vivencia rica e inspiradora. Esa clase de experiencias que te animan a crear, a compartir y a profundizar en los misterios del hombre. Pero además, Sendak, es capaz de acercar estos misterios a la experiencia infantil. Un placer de lectura para todos. Alta literatura infantil.

Bibliografía y Webgrafía